El otro día, intentando
entender la situación de destierro al que me había mandado papuchi, me dio por
surfear un rato en Internet, y buscando “Miramadrid” me encontré con que había
un foro vecinal dedicado a esta urbanización. Estuve curioseando un rato y
francamente, me resultó todo bastante disgusting, un sitio donde la gente no
hace más que hablar de cacas de perro, pelearse por el tráfico y cosas así. Me
di de alta y al rato ya había tenido una trifulca con algún individuo grosero al
que tuve que mostrar mi desdén con clase y savoir faire. Me da un poco de asquete,
pero seguiré entrando de vez en cuando para disfrutar del gap que me separa de
la chusma.
Después, me acerqué al Club
a darle un poco al horseriding. Por favor, nunca lo hubiera hecho. No hago más
que entrar cuando me encuentro nada menos que a Nené Saint-James-Iturbegabiria,
compañero de muchas parties y muchas risas, y una de las últimas personas a las
que me apetecía ver. No me lo podía creer, o sea, fatal.
-
¡Memo! ¡Cuánto tiempo! Te echábamos de menos…
-
¡Nené! ¡Qué alegría! – repliqué con la mejor de mis
sonrisas.
-
Oye, ¿es verdad eso de que te has ido a vivir a un
pueblo? Qué fuerte, no sabía que fueras tan aventurero, cuenta, cuenta.
-
Bueno,
hombre, no es para tanto. En realidad es una urbanización high level, con
muchísimas posibilidades de futuro, y ya sabes cómo es papuchi, que ve una business
opportunity y se lanza – improvisé – y, como quiere empezar a delegar en mí, pues
me pidió que me estableciera allí para evaluar de primera mano el estímulo de
rentabilidad inminente de la microeconomía comercial desde el punto de vista
del proceso casuístico – da igual, Nené tampoco entiende esas palabras.
-
Pero ¿está en un pueblo o no está en un pueblo?
-
Hombre, técnicamente, sí, pero en realidad está
lejos…
-
Pues nos tienes que invitar a ver tu nueva casa, yo
no me lo pierdo. Podrías organizar una boina theme party, con Tricky, Pontxo,
Lalo y los demás, o sea, qué total!
-
Es que todavía estoy con unos refurbishments y tal,
pero si eso ya te llamo y nos vemos en otro sitio.
-
No, no, en tu casa, en tu casa. Pero no te preocupes
me espero a que termines, no sea que me vaya a encontrar con algún obrero,
jajaja!
-
Jajaja! – le seguí la gracia, porque la imagen lo
merecía.
-
Bueno, nos vemos. Y no dejes de llamarme, eh, chato?
-
Descuida, lo haré.
Y mientras se alejaba, le
vi cómo se ponía a teclear a toda velocidad en su IPhone 5S. Me imaginaba el
tipo de mensajes que estaría enviando y me dieron escalofríos. La desgraciada
ocurrencia de papuchi me iba a costar la reputación. Se me
pasaron de golpe las ganas de horseriding, así que volví al Q7 y a casa.
Ya estaba llegando cuando
me acordé de que se me estaba acabando el stock de gomina. Me puse a dar
vueltas buscando alguna fashion shop, pero lo único que encontré fue un absurdo
mamotreto de hormigón con unos letreros
que decían Mercadona y – horror – Marco Aldany. No iba a entrar ahí ni por toda
la cobertura de móvil del mundo (por cierto, qué porquería de cobertura hay en
este resort, voy a tener que hablar con papuchi para que lo arregle). Me armé
de valor y pregunté a una chica que estaba recogiendo flores en un parque
mientras canturreaba “Una frolecilla, otra frolecilla,…”
-
Hola, perdona y tal, pero es que verás, o sea, es
que no soy de aquí, bueno, se ve, no?, y estaba buscando alguna tienda donde
pudiera encontrar gel fijador XX, o YY o aunque sea ZZ*.
-
Huy, yo de eso no sé ni pío. Y aunque lo supeira, no
te iba a decir ni mu, que no me gutsan los chicos con gonima. Porque ya dijo
Aristóteles que “La belleza del hombre
está o en la sonoridad, o en el significado”
-
Perdona?
-
Nada, hombre, mira qué día tan nobito hace, viva la
vida! ¡Hasta leugo!
Y sin más, se dio la vuelta
y se alejó andando a saltitos y tarareando la sintonía de Verano Azul. Cuando
me repuse de la impresión ya había desaparecido tras una esquina.
Me había enamorado.
Y a todo esto, seguía sin
saber dónde comprar fijador. Tal vez en el foro vecinal alguien podría darme
una pista.
(Continuará)
*disculpad que no os detalle las marcas, pero uno tiene sus
secretillos, jajaja
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